El perfil del graduado de Abogacía, explicitado en el plan de estudios de la carrera alude a su formación en ciencias sociales a efectos de que sean capaces de comprender el contexto socioeconómico, político y cultural, y una formación en valores.

Desde la cátedra, -atendiendo a esa necesidad de formación general-, los fenómenos sociales en general y jurídicos en particular, son abordados contextualmente, lo cual permite visualizar al Derecho y sus instituciones no como sistemas aislados de normas y relaciones, sino como instrumentos de control social y dominación política, enmarcados en estructuras y procesos complejos.

Se procura que al finalizar el dictado los estudiantes comprendan a los fenómenos jurídicos como hechos sociales, apartados de una perspectiva excluyente normativista. Esto representa el desafío de una mirada diferente, propia de la sociología, para quienes –inmersos en una formación tradicionalmente profesionalista-, acostumbran analizar las conductas desde lo normado y tipificado.

Todo ello, atendiendo a que se aporta a la formación de Abogados que comprendan y aporten soluciones a los problemas que afectan a la sociedad en que desarrollarán su actividad y no de expertos en teoría sociológica.

La aspiración es lograr que el alumno integre lo teórico con lo fáctico, lo global con lo local, lo abstracto con lo concreto y lo general con lo particular, para que de ese modo articule y pueda desplazarse entre diversos niveles de complejidad de análisis sociológico.